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Retención de nutrientes a través de los métodos de cocción.


Diariamente los medios comunicativos, profesionales de la salud y la comunidad científica nos dice qué debemos y no debemos comer. No obstante, nuestra población puertorriqueña continúa sufriendo de obesidad, hipertensión, hipercolesterolemia, diabetes, fallo renal, entre otras complicaciones de la salud. Así que debemos de auscultar la raíz de estas situaciones y una de estas raíces son nuestros patrones alimentarios.

Los patrones alimentarios o en otras palabras las cosas que comemos y el estilo en que lo consumimos, está atado a nuestra cultura, creencias, influencias externas, estilos de vida. Estos factores en gran manera determinan qué vamos a comer, cómo lo vamos a preparar y en qué momento lo estaremos consumiendo. Así que, muchos de nosotros acudimos a profesionales para que nos ayuden a lidiar con estas raíces para poder mantener una homeostasis corporal. Pero lo que probablemente nadie nos ha podido decir es cómo verdaderamente cocinar los alimentos y cuál de ellos debemos de consumir o excluir para mejorar su estado de salud.

Los alimentos y el consumo de ellos son vitales para nuestra existencia, y somos testigos de que una alimentación inadecuada produce efectos negativos. Ahora bien, en muchas ocasiones el problema no son los alimentos sino el cómo confeccionamos dicho alimento. Ya que el pollo no es malo, pero el exceso de pollo frito si lo es. Así que una solución o alternativa lo son los métodos de cocción y la retención de nutrientes de los alimentos vitales para el funcionamiento óptimo de nuestro sistema.

Dentro del campo de las artes culinarias existen dos métodos de cocción primordiales, el húmedo y el seco. El método húmedo es cuando confeccionamos los alimentos con líquido, por ejemplo, vapor, hervir, escalfado (hervir lentamente); el método seco es la confección sin el uso de líquido, por ejemplo, hornear, parrilla, plancha. Un proceso de cocción aplicado de forma errónea destruye los nutrientes que se encuentran dentro de los alimentos. Por el contrario, el uso correcto de los métodos de cocción promueven la retención de nutrientes de los cuales se nutre nuestro cuerpo. Por ejemplo, el método usual para cocinar el brécol es hervir; este método es erróneo ya que la clorofila al ser hidrosoluble o sea, que se disuelve en agua, provoca la extracción del nutriente el cual se disipa en el agua. Sin embargo, la mejor forma de cocinar brécol es al vapor ya que este mantiene la clorofila dentro del alimento.

Otro excelente ejemplo es la cocción de los alimentos de color rojo y anaranjado tales como el tomate y las zanahorias. Dentro de estos alimentos se encuentran los nutrientes de licopeno y carotenoide. Estos dos nutrientes son liposolubles ósea que se disuelven en grasa. Por lo cual, la mejor forma de confeccionar estos alimentos es con un poco de aceite ya que fomenta la extracción y absorción del mismo con mayor facilidad.


En conclusión la confección de los alimentos a través de la utilización de los método de cocción debe de ser una experiencia gratificante ya que te permite saborear la nutrición a través de una diversidad de alimentos. ¡Así que cocine, comparta y viva!

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